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Nos quedamos pensando en la respuesta de Marcelo Díaz y Nicolás Testoni, y nos tomamos un tiempo para elaborar una respuesta porque nos parecía mejor no hacerlo de manera apresurada. Primero queremos dejar en claro que la nota que escribimos no era institucional.   Nombramos el lugar en el que trabajamos para explicar por qué nos interpelan algunas prácticas, que por supuesto van más allá de una institución en particular.

 

Abordar los proyectos nos parece positivo, ante todo, porque nos ayudan a pensar. La idea no es establecer una posición cerrada sobre ellos, sino propiciar un intercambio que incluya a más personas a la hora de plantear nuestras dudas. La nota no hace un análisis minucioso de los proyectos sino que habla de ciertos aspectos que tienen en común y que nos permiten ver una tendencia que se viene desarrollando en  el campo cultural y que excede los proyectos en cuestión. Claro que todos ellos tienen diferencias entre sí, y que incluso hay otros proyectos que podríamos asociar a esta tendencia.    

 

Quisimos abrir una discusión en torno a este tema y nos encontramos con descalificaciones personales fuera de lugar, cuando la intención del texto era propiciar un intercambio. La puesta en común de reflexiones y diferencias de criterios en el ámbito de la cultura no es una práctica habitual en Bahía Blanca: tal vez la ausencia de una tradición de debate hizo que la nota sea leída desde un tono agresivo que no pretende tener. Esta es una oportunidad para empezar a charlar algunas cosas. Vamos a retomar algunas ideas que tal vez sea necesario aclarar para seguir el intercambio.

 

Arte y reconciliación intenta plantear una relación compleja entre las personas de un lugar y la sociedad en la que viven. Una relación compleja no es, justamente, una relación mecánica o reduccionista: la sociedad no puede pensarse al margen de las personas, de su creatividad, de su capacidad para inventar usos distintos para las cosas, modificar aspectos de su entorno, etc. pero esas particularidades son parte de una sociedad. Se vuelven singulares cuando son separadas de esa relación dinámica con lo social.

 

La nota no pretende impugnar una forma artística particular ni aun la capacidad del arte para abordar la realidad. Es más, creemos que el arte muchas veces ha podido y puede abordar ciertos temas sociales, incluso mejor que algunos debates intelectuales. Se trata de preguntarse por los modos en que esto ocurre.

 

Nos tomamos tiempo para volver a plantear puntos centrales de la nota. Admitimos inclusive que algunos párrafos no estaban lo suficientemente claros, pero tampoco nos parece que hayan sido rebatidos con claridad. Los puntos centrales podrían volver a enunciarse así: la hermosura como operación del observador y no como una propiedad del paisaje, el énfasis puesto en la subjetividad de la persona suprimiendo su relación con la sociedad, la idealización del pasado (personal y social), la poca efectividad social de un proyecto dirigido principalmente a desarrollar nuevos temas en el arte. Y tal vez sea necesario seguir por el título, “Arte y reconciliación”. ¿Reconciliación entre qué? No solamente entre clases sociales distintas sino también entre un pasado idealizado y el rol que los sujetos cumplieron en él.  

 

Un argumento que nos parece interesante es el que sostiene que la relación entre lo particular y lo general viene dada por el contexto en el que se insertan las obras: en el caso de Archivo White, el espacio del museo, las fotos, carteles, folletos, videos de inicio, entradas en los blogs, etc. formarían parte de las obras que componen el ciclo. No es que no hayamos visto ese contexto. Estuvimos ahí. Pero creemos que ese es un contexto que queda diluido frente a la espectacularidad del sujeto. Sí, el problema es complejo, sigamos....








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Lucia Bianco y Luciano Campetella, 29 julio, 2009
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